Crónica de Iñigo Imaz Nogueras, estudiante del seminario Desarrollo, Cooperación, y Tecnologías para la Transición Ecosocial.
Me parece muy interesante la forma en la que tienen de vivir los inquilinos de Amaorea. El trabajo que hacen no está regulado por ningún ente superior; ellos estiman cuántas horas de trabajo deben meter cada día. No meten más de lo que necesitan. Sus trabajos se limitan a trabajos manuales, más conectados a la realidad que los trabajos que tenemos la mayoría de los occidentales. No hay unas horas de trabajo que serán pagadas directamente a tu jefe superior, sino que meten las horas que necesitan sus tareas.
El modo de vida es muy sostenible y respetuoso con la naturaleza. Para empezar, la casa está hecha de paja y utilizan leña para calentarla. El modo de vida es autosuficiente y sostenible con el medio ambiente, acercándose mucho al residuo cero.
Al tener un modo de vida alejado de las grandes ciudades e integrado en el medio ambiente, transmiten mucha tranquilidad y paz. Los “urbanitas” parece que vivamos con una prisa constante y con ansias de llegar a todo de corriendo. No tenemos tiempo de parar a ver lo que nos rodea y vivimos ensimismados en el individualismo. Las redes sociales, las plataformas de series, los medios… todo hace que nos enfoquemos en nosotros mismos y nuestras vidas. No vemos más allá de ello, y muchas veces nos olvidamos que seguimos siendo animales viviendo en un entorno natural, y que debemos cuidarlo para cuidarnos también.
Los alimentos los cultivan ellos mismos en su entorno, con lo que ven más de cerca la naturaleza de los alimentos, evitando muchos compuestos químicos creados en industrias alimenticias que muchas veces acaban perjudicando nuestra salud. Del mismo modo, los desechos humanos los expulsan a pequeños pozos de su entorno, logrando abonos para sus huertos.
Su modo de subsistir económicamente se basa en la producción y venta de pan, pastelería, jabones, plantas medicinales, pomadas etc. Organizan talleres, visitas y seminarios para enseñar todos estos diferentes conocimientos y modos de producción.
A mí, personalmente, me parece un modo de vida muy digno y saludable. Es verdad que es difícil ver gente que viva de este modo en nuestro entorno, pero tiene muchos más aspectos saludables que nuestros modos de vida. Tratan de evitar la monotonía tratando de aprender y enseñar cosas nuevas siempre, y esto también es saludable. Tratan de vivir de un modo alegre, natural y respetuoso con el medio ambiente, tratando de no caer en las prisas y ansias en las que caemos nosotros todos los días. Igual no optan a comprarse un chalet con piscina, un coche deportivo de alta gama, o el último IPhone que hay en el mercado, pero tienen algo que a muchos de los “urbanitas” parece que nos falta, tiempo para la vida misma.