Crónica de Eva Perez-Pons, compañera de ISF Euskadi.
El pasado 16 de junio pudimos, junto con Mer Gómez, desmentir algunos mitos que hay sobre las personas intersex. Para eso empezamos con la primera pregunta: ¿qué es la intersexualidad? Pues bien, las personas intersex nacen con características sexuales que no encajan en los dos arquetipos de masculinidad y feminidad. Y lo más importante, no hay un solo tipo de intersexualidad. El arquetipo es que las mujeres tienen que tener cromosomas xx, las hormonas mayoritarias tienen que ser los estrógenos, las gónadas ovarios y genitales clítoris. Los hombres en cambio, cromosomas xy, testosterona, testículos y pene.
El problema nace de una sociedad binaria que ordena la mutilación de la genitalidad “inaceptable” para conseguir una estéticamente deseable. Tenemos tan interiorizado que solo existen las categorías hombre y mujer, que cuando nace un bebé intersex, por una mera razón estética se mutila sin consentimiento para que encaje en el imaginario ficticio de la cisheteronorma. Es por eso, que una de sus luchas es la prohibición de las las intervenciones que se hacen por protocolo cuando la única razón es estética, y junto a esto, la eliminación de la categoría “sexo” en los documentos de identidad. Esto último es importante ya que hoy en día hay una urgencia legislativa que obliga a encasillar (meterlo en el registro), al bebé como hombre o mujer 48 horas después de su nacimiento; es ahí donde el aparato médico y el legislativo operan de la mano. Y la demanda es clara: no se trata de alargar el tiempo de registro, sino de eliminar la categoría que tanto daño hace a todas las personas que se alejan de la cisnorma.
Nos contaba Mer que las intersexualidades tienen que ver con lo corporal, pero también con el deseo, la sexualidad y el género; se intenta medicamente adaptar el cuerpo intersex a una práctica heteronormativa concreta, sin dar la opción al deseo homo o bisexual, de ahí la lucha por ser parte del movimiento LGTB. También que, aunque se reivindique que no es un tercer sexo no quita que dejen de lado la lucha a favor de la identidad no binaria, a parte de la reivindicación como hombres y mujeres.