A continuación, os compartimos la crónica escrita por Guille y David, participantes en la sesión del seminario Seminario sobre Desarrollo, Cooperación y Tecnologías para la Transición ecosocial.
Una gran forma de aprender es mediante ejemplos prácticos y reales. Si a eso se suman personas entusiastas que transmitan sus saberes con pasión, mucho mejor aún. Por eso en esta jornada del seminario de ISF Euskadi del 24 de octubre ha sido un auténtico placer escuchar a Erika y Flora.
Erika Yurre nos habló de su proyecto: Ama Orea. De cómo en el valle de Karrantza sus propias manos con la ayuda y el saber de muchas otras, construyeron la casa en la que reside ella y su familia y el obrador que les da trabajo. La peculiar vivienda octogonal pintada de amarillo con flores blancas de mampostería y un ventanal orientado al sur contaba con sistemas de filtrado de aguas grises y negras con un sistema de tres lagunas, paredes de paja, tejados con vegetación para mantener fresca la casa en verano…tecnologías de construcción basadas en madera, lana, paja, arena, cal…mucho más sostenibles y de mucho menor impacto que las que conocemos en las ciudades. En cuanto a los suministros, para la electricidad contaban con una instalación fotovoltaica con batería y un generador de respaldo y para el agua caliente sanitaria, contaban con colectores solares térmicos.
Tras una breve ronda de preguntas con la natural curiosidad que suscitó la vivienda, Erika se centró en el obrador de leña. En el pequeño edificio que albergaba el horno del que salían semanalmente cientos de panes, bizcochos y galletas. Y nos habló sobre el pan artesano, el pan que se vende como artesano y no lo es, las harinas ecológicas y de proximidad, las fermentaciones lentas de la masa madre, las masas madres industriales…También habló de su huerta, de los alimentos de proximidad, del cultivo ecológico y hasta de plantas medicinales.
Podría llamar la atención la claridad con la que en su historia se entrevé la filosofía del proyecto, de un obrador familiar, sin pretensiones de expandirse hasta el límite, buscando un consumo de cercanía. O el cariño y entusiasmo con el que nos cuenta todo lo que nos cuenta.
Pero tras agradecerle su ponencia no quedó mucho tiempo para segundas lecturas porque comenzó la segunda parte de la jornada, en la que Flora Pozzobon nos transmitió sus conocimientos e investigaciones en torno a la Solidaridad Internacional y los diversos ejemplos de resistencia y lucha colectiva por la autonomía de los territorios y las comunidades.
Comenzó su charla poniendo sobre la mesa el estado de los actuales imperios corporativos y extractivistas: cómo éstos han aprendido a explotar a las poblaciones más vulnerables, incluso en tiempos de paz. El “neocolonialismo de la paz” hace referencia a la imposición de modelos sociales y culturales sobre las víctimas de la guerra y los genocidios, como excusa tras la destrucción que provocan estos conflictos sangrientos. El plan del presidente-dictador Donald Trump para “reconstruir” Gaza como un complejo turístico e industrial, donde localizar a las grandes megacorporaciones internacionales, es un ejemplo de ello.
Sin embargo, en todo el mundo vemos también ejemplos de resistencia ciudadana y pacífica que nos enseñan que otras formas de habitar el planeta Tierra son posibles: los Movimientos Sin Tierra de Brasil, la Marcha das Margaridas, la Caravana Abriendo Fronteras (surgida en España), el movimiento Solidaridad Internacional Feminista o las Patronas de Veracruz nos muestran que es posible generar impactos reales en los territorios, no en beneficio de una élite de multimillonarios, sino de las poblaciones locales y de la comunidad internacional.
Concluimos la charla con un debate abierto entre las asistentes, donde pusimos sobre la mesa muchos conflictos y proyectos de resistencia en el Estado español. En especial, el incesante proceso de expropiación y acaparamiento de tierras de cultivo en beneficio de macroproyectos de energías renovables. Finalmente, el encuentro terminó con una reflexión sobre nuestra capacidad para involucrarnos en cualquier proyecto de nuestra comunidad; así como orientar nuestro día a día, en la medida de lo posible, hacia otro modo de vivir que sea justo y deseable para todas.

