Crónica elaborada tras la sesión de la Escuela de Activistas: “Acompañar procesos sociales en la construcción de comunidades energéticas”.

“Las comunidades energéticas son mucho más que autoconsumo compartido”. Posiblemente esta frase, repetida como un mantra, haya aparecido en cada una de las sesiones que conformaron el último encuentro sobre comunidades energéticas celebrado en Basoa, la Casa de las Defensoras de Artea. Y, al mismo tiempo, buena parte de la gente que está implicada en estas comunidades comparte la reflexión de que quizá, hasta ahora, no han conseguido mucho más que ser un grupo de autoconsumo compartido. 

Resulta curioso tener claro ese deseo por trascender la idea del grupo de consumo energético y, sin embargo, continuamente vernos limitadas para lograrlo. Quizá nos falten herramientas para poder acompañar al grupo hacia otros lugares. Quizá ya estén sucediendo cosas que no estamos sabiendo ver o describir y que nos ayudarían a comprobar que el espacio en el que participamos es mucho más que una colectiva de consumo de energía compartido. 

Al escuchar a compañeras de la comunidad de Santa Marta en El Salvador y su proceso de construcción de soberanía energética nos damos cuenta de cómo la defensa del territorio, la lucha por otro modelo energético que priorice sus necesidades y costumbres se convierten en elementos centrales de su quehacer. Por supuesto, que también se instalan  placas en lugares de uso comunitario o se analiza el consumo actual y se realizan proyecciones en diferentes escenarios. Pero lo que más nos llama la atención es la determinación con la que se lucha por otro modelo. No es la acción concreta, es lo que significa, no se pierde el trasfondo político que acompaña a cada uno de los pasos que se da. Quizá por ahí pueda haber una veta por la que seguir explorando para que podamos ir abandonando la visión de que esa comunidad energética en la que participo es mucho más que un grupo de autoconsumo.