En esta ocasión, la Escuela de Activistas ha sido la actividad de acercamiento a Santa Marta (El Salvador) a través del formato Zinema-Foro. La aproximación se ha realizado a través del documental La Energía de los Pueblos, seleccionado para profundizar en lo aprendido con Sofía Pacheco en la anterior Escuela de Activistas.
En la situación actual, al profundizar en la cuestión de la energía, nos damos cuenta de que es el modelo el que está en discusión, no la transición en sí. Lo que cuestionamos es si la transición energética será justa. Antonio Pacheco defendió que la clave para que sea una transición justa está en la satisfacción de la necesidad sentida, argumentando que para ello se necesita una democracia organizada y directa, participativa.
Pero, ¿cómo evitar las relaciones de poder durante el proceso? ¿Cómo organizarse para tener en cuenta e interiorizar la palabra de las periféricas? El consenso no garantiza el reconocimiento de las necesidades de la periferia, o el compartir el espacio de forma igualitaria. Estitxu Villamor admitió que las características del colectivo de Errekaleor permiten evitar estos problemas, al no tener un protocolo específico, señaló que trasladaría la necesidad de reflexionar sobre ello. A nosotras también nos cuesta fijarnos constantemente en las diferencias, nos encontramos en la transición de la nueva cultura que estamos interiorizando.
Durante toda la sesión quedó claro el reto que supone el propio modelo en su conjunto. Si no cambiamos el chip y no somos conscientes de que la energía lo atraviesa todo, seguiremos sorprendiéndonos al encontrarnos con datos como los presentados por Estitxu. La huella energética oculta de Errekaleor, investigada junto a otros investigadores de la UPV/EHU, pone de manifiesto que es imposible vivir en una isla, que todo está relacionado y que sólo conseguiremos soberanías parciales si no cambiamos completamente el modelo.
Y esto no está mal, porque ya es hora de construir actitudes, costumbres y una moral que tengan en cuenta a todos los seres del mundo. Una nueva cultura. Quizá así, dedicaríamos la energía al florecimiento de la Vida. Trabajando para la Plenitud de la Vida en su conjunto obtendríamos frutos caracterizados por la diversidad, cosechando así ecosistemas y sociedades sanas.