Hace unas semanas, tuvimos la oportunidad de dar un pasito más en nuestro aprendizaje sobre el enfoque interseccional. De la mano de, Uxue Zugaza, politóloga e investigadora de la Universidad del País Vasco, reflexionamos sobre el potencial del marco interseccional en el análisis y la intervención social. Desde el inicio de la sesión, Uxue nos indica cómo concebir la idea de interseccionalidad, “una aproximación al “cruce” a la luz de las relaciones de poder que vehiculan nuestras prácticas de conocimiento/ activismo/ intervención, y subrayar la idea de que no ver, es una capacidad adquirida, y que la interseccionalidad nos da herramientas para entrenarnos en un conocimiento crítico y reflexivo”.
Frente a ciertas prácticas despolitizadas, la interseccionalidad pretende evitar el “cruce por el cruce”. Un enfoque interseccional no se limita a describir sumas de desigualdades, sino que le quiere hacer hablar al cruce: cuestionar las relaciones de poder que nos impiden ver aquello que de primeras no es visible. La interseccionalidad no se puede ver separada de prácticas activistas: frente a una idea de interseccionalidad abstracta la apuesta es la intervención, el atender a necesidades específicas, incidir en problemáticas muy concretas en las que la realidad se ve desbordada por la categoría “género”
Entre los aportes del enfoque interseccional, Lucas Platero señala su utilidad para mostrar la invisibilidad (desde el privilegio) de algunas realidades invisibles e inconcebibles. ¿Por qué desde el privilegio? Se trata de un enfoque que nos ayuda a ver qué se esconde detrás de los cruces, ser reflexivas respecto a nuestros privilegios. Aquello que en un principio no vemos no es una situación casual: la matriz de dominación nos educa en la ignorancia o insensibilidad ante determinadas problemáticas. No lo vemos porque nos incomoda, porque no lo queremos ver, porque nos han enseñado a no verlo… porque ese cruce le habla directamente a nuestros privilegios. La interseccionalidad nos invita a iniciar ese diálogo.
